Cuando Disney encontró una fórmula que le está funcionando muy bien, y esta se llama nostalgia, la cual le ha sacado mucho provecho y le ha resultado como anillo al dedo, pero no todas esas películas que vuelven a los cines en nuevos formatos ha funcionado como ellos quieren que funcione, y este el caso de la nueva película de la factoría de Disney,  estos términos estamos hablando de Christopher Robin.

 

Veamos un poco

 

Si la ausencia hace que el corazón se vuelva cariñoso, el corolario debe ser que la abundancia crea antipatía, que es exactamente lo que sucede con los personajes de Christopher Robin, la última película  de Disney. Cuyos personajes  han servido a la compañía durante más de medio siglo, provocando nostalgia entre el público adulto, y emociones en los más pequeños.

 

Que tiene Christopher Robien, pues bien esta es una historia dulce pero un poco irritante en muchos aspectos. Los animales de cuentos creados por Alexander Milne vienen a hacer que el personaje del título de nuestra historia valore a su propia familia humana que tiene un tanto descuidada.

 

La historia comienza con un adiós, cuando el joven Christopher anuncia a sus compañeros de juegos que su infancia está llegando a su fin y será incluido en un internado. A medida que pasan los créditos de entrada con títulos de capítulos (algo que te saca y no le aporta nada al contenido), también lo hace la Segunda Guerra Mundial, que Christopher (Ewan McGregor) sobrevive para unirse a una compañía de equipaje de Londres como gerente de eficiencia. También tiene una esposa, Evelyn (Hayley Atwell) y una hija, Madeline (Bronte Carmichael, de 9 años), pero este no es lo suficientemente eficiente como para encontrar tiempo para compartir con su familia. "¡Nada sale de la nada!", Insiste irónicamente Christopher, mientras aconseja a su familia decepcionada que, debido a las exigencias del trabajo, tendrá que retirarse de un fin de semana muy esperado en su casa de campo en Sussex.