
Critica de The Shape of Water

Película: The Shape of Water (2017)
Dirección: Guillermo del Toro
Guion : Guillermo del Toro yVanessa Taylor
Reparto: Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins,Doug Jones, Michael Stuhlbarg y Octavia Spencer
Puntuación: 9
No podía ser de otra manera que una historia así empezara como si fuera un cuento de hadas, pero desde el fondo uno se emociona con una entrada fabulosa de Alexandre Desplat., The Shape of Water es desde luego, una preciosa paradoja para señalar la imposibilidad de describir el contorno de lo impreciso por naturaleza como es el amor y el deseo...
La historia nos lleva a esas profundidades, en el estado etéreo del sueño, donde las aguas siguen concediendo a los mas efusivos deseos y pensamientos, donde poco a poco, se va asentando, dejando de flotar y tomando aires de realidad, mientras una voz en off nos pregunta: "¿qué te contaría sobre la princesa muda?".
Todavía no se nos dice que sea pueda dar una respuesta, pero las piezas que se han mencionado, de romance y pérdida, de monstruos que intentaron destrozarlo, hablan directamente a esa parte dormida que todos tenemos con la que todavía soñamos con esa idea de finales felices antes de acostarnos.
Si hay algo que hay que decir es que The Shape of Water es todo lo que podría ser, pero que nadie se engañe: es un cuento, no de hadas, un cuento de sueños o una misma versión oscura de la Bella y la Bestia. Por filmes así uno no madura, por que ves este film y sueñas con lo hermoso que es.
Los detalles y silencios que tiene la cinta, son genuinos, y están por tienen que estar y son un fundamento esencial , desde lo mas sencillo de decirnos que tienen sus personajes habitando en laboratorios secretos, cines de ensueño con recalco a lo antaño o esos apartamentos viejos con esos marcos de fantasía a cada nuevo verso va marcando su dolorosa realidad, de como somos los humanos, cada personaje refleja la sociedad en la que vivimos.
Guillermo del Toro nos ha sacado del corazón una pieza de artesanía, una obra hermosa, esplendida, filmada con amor y pasión, que, como las obras más personales, nos reafirma del por qué seguimos necesitando que nos cuenten cuentos al final del día.
Ya sólo la manera en la que descubrimos la rutina de la protagonista Elisa es fascinante, exclusivamente con miles de ruidos, nunca perturbados por el sonido de su propia voz, marcando el compás de una existencia auto suficiente donde ella no parece desear nada más, es que Sally Hawkins nos lo dice todo con su mirada, con sus gestos, con solo su presencia nos enamora, tremenda actuación de la británica, uno de los mejores papeles que hemos vistos en mucho tiempo, ella aquí es el alma de la película, nos refleja en ella la esperanza, el amor, en ella vemos como la sociedad se comporta con una persona con discapacidad, al no ser aceptada solo por un problema, ella mima se lo dice a Giles su vecino en una parte de la historia, pero ella cambia o su mundo cambia cuando un día, llega un ser marino, también mudo, también incomprendido, despreciado en su belleza e ignorado en sus sutilezas. La conexión es inmediata, y el romance se vuelve inevitable, más hermoso porque implica un espacio fuera de las palabras: dejar un huevo duro en el borde del tanque con la muda ilusión de que el otro lo cogerá, canciones en el tocadiscos que calientan las frías paredes de una caverna de metal y, sobre todo, miradas curiosas que van descubriendo esa belleza sin igual.
En una época donde ocultar los verdaderos sentimientos era normal, Elisa y un posible Dios del Amazonas establecen un desafío silencioso, inundándose uno con la presencia del otro, cambiando una realidad que, cada vez queda más claro, puede volverse en un maravilloso cuento que siempre hemos soñado, o siempre quisimos ver.
Las canciones que se escuchan, las películas que se ven, son una belleza de homenaje a esa época que enamora a su director... cada imagen habla de un mundo hermoso donde en algún momento se iba a vivir, pero con el que finalmente sólo fantaseamos. Y sólo queda la pena y el desconcierto, como expresa Giles, de quien de repente se encuentra viejo, queriendo decirle a su yo más joven, más inocente, que aproveche la vida mientras aún podía experimentarla sin miedo.
En el momento más hermoso de todo su romance, una frase que se intenta expresar se convierte en pura fantasía, desnuda de colores y profundamente sentida, enfocando a una Elisa que, por fin, se descubre viviendo aquellos sueños blanquinegros imaginados en pantalla de televisión.
Estamos ante una obra magistral del Toro, nos congela con cada momento, la historia nunca aburre, deseas ver, sentir, imaginar toda esa fantasía que transporta, como el bus que lleva a su protagonista al trabajo. The Shape of Water es única, original, rara, que busca emocionar y palpar los sentidos de su espectador.
Una música que nos sumerge a agua y que calza con la imágenes, y es parte fundamental para llevarnos en esa fantasía, la fotografía nos crea esa atmósfera de realismo y fantasía, y la hace ser magistral, la paleta de colores cromática que nos presenta cada imagen nos da ese toque de imaginación.
¡Larga vida al género fantástico! Ya que nos permite soñar, nos hace reflexionar acerca de nuestra propia naturaleza. Y qué viaje tan hermoso y emocionante nos propone el cineasta mexicano.
También es un precioso detalle que Elisa sea la única no reprimida en su sexualidad, y yo que me alegro de que un cuento pueda ir más allá del enamoramiento platónico y mostrar el deseo sexual, que no deja de ser expresión más salvaje y natural de lo que es amar.
