Antes de empezar a decir algo sobre este filme que es un algo  interesante y un poco arrollador, el nuevo trabajo del director Paolo Genovese tengo que expresar, que su nueva obra vuelve a poner en cara la forma más cruel del ser humano, en sus deseos o anhelos.

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La soponcios relata que en un bar llamado The Place, siempre hay un hombre sentado en la misma mesa, el cual ve entrar y salir a diez personajes, todos los días a todas horas, que vienen a hablar con él. Éste les da indicaciones sobre cómo satisfacer los propios deseos; de hecho, estipula con ellos un auténtico contrato. Ser más hermosa, pasar una noche con una estrella del porno, salvar al hijo, recuperar la vista y encontrar a Dios son solo algunos de los deseos que los varios personajes exponen al hombre del bar. “Puede hacerse”, responde él, mientras escribe de manera convulsa en su enorme agenda, llena de apuntes en todas sus páginas. Pero hay que pagar un precio, casi siempre altísimo: robar una buena suma de dinero, poner una bomba en un local, violar a una mujer… Si se lleva a cabo el deber asignado, el éxito está garantizado. Cada uno de ellos decidirá si acepta o rechaza el acuerdo.

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Con ese argumento complejo y hasta un poco sacado de una idea rebuscada, hace que The Place sea un filme tan interesante como inentendible, que pueda pasar que atrape al espectador o aburra a este mismo y no logre comprender lo que está viendo. The Place nunca suelta el ritmo con el que fue escrito o pensando, Siempre nos tiene al pendiente de las decisiones que desean llevar a los personajes al borde de sus más oscuros deseos. Y su director solo busca eso, ver las expresiones o emociones de cada individuo, no busca otra cosa más que ver como cada persona que aparece en la trama llega a un colapso.